Arriba: la playa de Miami.
Ciento veinte millas al sur y una revolución a la izquierda: Boca Ciega Beach.
Un mismo mar y tantos desencuentros.
La mayoría de nosotros sin embargo, después de un proceso de sedimentación más o menos penoso, ha logrado conciliar ideas políticas con familia y amistad.
Como este tío de un buen socio, un anticomunista de barricada cuya única concesión al enemigo ha sido tener un sobrino favorito izquierdoso.
Tan lejos llegan ambos sentimientos. Un día nos llevó a la loma del Mazo, en el barrio de la Víbora a empinar papalotes. Después de horas de inútil esfuerzo la dichosa chiringa no lograba levantar su vuelo más allá de un metro de altura. Resentido y con espíritu de justificación se defendió:
-Qué barbaridad, los comunistas han acabado hasta con el aire en este país. Antes si que soplaba!
Otros vientos, más favorables por fortuna, le llevaron a puerto seguro en la orilla de enfrente. La relación entre uno y otro perduró a pesar de todo. Cuando sus viejos amiguetes del Versalles le preguntan con sorna:
-Fulano ven acá, tu no tienes un sobrino medio comunista?
El suele responder inclaudicable:
-Bueno, yo soy tío de la otra mitad.
La canción “Las Otra Orilla” del trovador Frank Delgado habla un poco de esa relación de amor y odio, aquí va un fragmento:
Venerando al mismo santo y con el mismo padrino…
Bailando con Celia Cruz,
oyendo a Silvio y Pablito
qué mezcla tan informal merengue con platanito.
Ciento veinte millas al sur y una revolución a la izquierda: Boca Ciega Beach.
Un mismo mar y tantos desencuentros.
La mayoría de nosotros sin embargo, después de un proceso de sedimentación más o menos penoso, ha logrado conciliar ideas políticas con familia y amistad.
Como este tío de un buen socio, un anticomunista de barricada cuya única concesión al enemigo ha sido tener un sobrino favorito izquierdoso.
Tan lejos llegan ambos sentimientos. Un día nos llevó a la loma del Mazo, en el barrio de la Víbora a empinar papalotes. Después de horas de inútil esfuerzo la dichosa chiringa no lograba levantar su vuelo más allá de un metro de altura. Resentido y con espíritu de justificación se defendió:
-Qué barbaridad, los comunistas han acabado hasta con el aire en este país. Antes si que soplaba!
Otros vientos, más favorables por fortuna, le llevaron a puerto seguro en la orilla de enfrente. La relación entre uno y otro perduró a pesar de todo. Cuando sus viejos amiguetes del Versalles le preguntan con sorna:
-Fulano ven acá, tu no tienes un sobrino medio comunista?
El suele responder inclaudicable:
-Bueno, yo soy tío de la otra mitad.
La canción “Las Otra Orilla” del trovador Frank Delgado habla un poco de esa relación de amor y odio, aquí va un fragmento:
Venerando al mismo santo y con el mismo padrino…
Bailando con Celia Cruz,
oyendo a Silvio y Pablito
qué mezcla tan informal merengue con platanito.
1 comentario:
“La Otra Orilla”
Publicar un comentario