miércoles, 24 de septiembre de 2008

Músicos, poetas y miedos






-Tengo miedo- dijo Virgilio una tarde en La Habana.

-Yo tambien. Por eso no hablo de política-dijo Descember en Miami 47 años después.

-Miedo tú, músico? En el país que inventó la libertad? Miedo a qué?
A ver, a ver…. Miedo a que te demonicen en Radio Mambí? A que boicoteen tus discos? A los familiares te viren la espalda? A qué no te pasen en la radio, ni te inviten a la televisión? A qué los piqueteros bloqueen tus conciertos, que los empresarios te cierren los teatros? A qué te nieguen entradas y salidas? Deliras, sonero. Aquí vivimos en democracia. Tu miedo, comparado al que sintieron Virgilio, Reynaldo, Padilla y tantos otros, no pasa de ser una pendejería ridículamente asimétrica.

-Así y todo un artista no debería sentirlo.

-Todo cambiará pronto. Espera a discembre para que veas lo que es bueno.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Ayuda a la carta




“Es la ideología, estúpido”
Le espetó a Carlitos Valenciaga cuando aquella tarde le trajo las medicinas.
Ese animal político siempre tuvo claro que una ayuda masiva norteamericana, y de la emigración cubana en EU, socava uno de los pilares fundamentales de su menú ideológico: el anti-imperialismo. Aceptar apoyo humanitario proveniente del imperio del mal en un momento crítico derrumbaría toda la fábula.

Quienes parecen no entender nada del asunto son el gobierno americano y los políticos cubano-americanos de siempre. Desaprovecharon la oportunidad de mostrar de manera clara e inequívoca su apoyo al pueblo de la isla. De ofrecer una ayuda solidaria sin condiciones políticas. Cuando quisieron arreglarlo fue demasiado tarde y demasiado torpe. Como aquellas declaraciones de Carlos Gutiérrez diciendo que la gente no necesitaba dinero porque no había nada que comprar.

Curiosamente los que anteponen sus intereses particulares a la solución de la tragedia nacional terminan por estar en armonía. Parecen tener razón quienes conciben una geometría política con diseño circular. Los extremos terminan por encontrarse. Unos negaron, o condicionaron, el ofrecimiento, otros su aceptación.

La nota positiva fue dada por una inmensa mayoría de los cubanos emigrados. Se empinaron sobre viejas heridas, rencores y desavenencias políticas para brindar su mano solidaria. Incluyo varias organizaciones de las verticales. Lo cual muestra una "mafia de Miami ” heterogénea, en estado de evolución que se me antoja lenta pero irreversible.

Cuándo esta evolución será suficiente para inducir un cambio de actitud por parte del gobierno norteamericano en el tratamiento de la situación cubana?

Es cuestión de tiempo. Pero las torpezas de este enfoque no caerán por ley de gravedad. Se necesita más que cartas bien intencionadas e inteligentes.

Mientras tanto una manifestación convocada para pedir el levantamiento de la prohibición de viajes y remesas reunió 20 personas en la calle Ocho. Es un comienzo. Gandhi empezó con menos gente.

Para conocer más sobre la ayuda Bloggers por un Sueño ha hecho un resumen que se puede ver aquí

sábado, 6 de septiembre de 2008

Gorki y El Arte de la Guerra


“Gorki sólo hay uno”
La Madre



Confieso que nunca he leído el tantas veces citado libro de Sun Tzu “El Arte de la Guerra” pero si no está en el prefacio, en su primer capítulo deberá encontrarse escrita la máxima de no subestimar al enemigo.

Los libertadores de Gorki tampoco parecen haber pasado de la carátula en el libro de marras. Pretenden atribuir la salida de la estación de policía del músico roquero y la sanción relativamente benigna en juicio posterior a una carta pidiendo a varios músicos cubanos interceder por su excarcelación.

Debo decir que no objeto en modo alguno la carta. Mi admiración para quienes, en el concierto, desplegaron la pancarta y al día siguiente le acompañaron en el juicio.

Semejante ingenuidad, de aquellos que se apuraron en celebrar la victoria, no deja de sorprenderme a pesar de su pertinaz reincidencia. Revela, tendencia al autobombo a parte, un total desconocimiento del modus operandi de aquellos que llevan 50 años de control casi absoluto de un país de trece millones de personas.

La opinión pública internacional tiene una importancia relativa para estos. Al ponerla en la balanza junto al peligro de una situación interna inmanejable pesa mucho menos.

Basta mirar un poco la historia reciente. Cuando los casos de Ochoa y De la Guardia la necesidad de un castigo ejemplarizante, de enviar un mensaje enérgico a sus posibles seguidores en las FAR y el MININT, pesó más que las peticiones de clemencia de personalidades mundiales, incluyendo al mismísimo Juan Pablo.

Semejante situación se repite en la llamada “Primavera Negra” del año 2003, en vísperas de la invasión norteamericana en Iraq, llevan a cabo la detención de 75 opositores y periodistas independientes granjeándoles las críticas de buena parte de la izquierda solidaria con la Revolución. Así ocurrió con el fusilamiento de los tres secuestradores de la lancha de Regla. La seguridad interna tiene prioridad con respecto a la aprobación internacional. Si vamos más atrás, se decide someter a Padilla a un proceso de tipo stalinista a pesar de la repulsa de Sartre y compañía.

Si el personaje de Gorki y los firmantes de la carta, sin ánimos de disminuir, no tienen la connotación de los actores en los sucesos anteriores, entonces, por qué en este caso el gobierno habría de dar marcha atrás asustado por la repercusión internacional? Tal vez los haya sorprendido la velocidad de reacción, en esto el fenómeno de los blogs juega su papel, pero resulta razonable suponer un gobierno cubano contando con una campaña de tal naturaleza como reacción.

Compañeros libertadores, créanme, en el ajedrez de la política no están jugando con simples aficionados. De aquellos que, inmediatamente después de mover la Reina, se ponen las manos en la cabeza diciendo “Coño que mala jugada, aquí me la van a comer!” Están calificados para escribir el segundo tomo del “Arte de la Guerra”. Milanés los entiende mejor, por ello prefirió negociar con Abel Prieto.
Celebren pues, pero por favor no me hagan reír.