Por aquella época a hubo otros dos notables motines callejeros. En Cojímar, como protesta por el asesinato de unos balseros, y en Guantánamo, por alguna razón cualquiera, miles de gente salieron a las calles en desafío al gobierno.
Pero lo sorprendente, dada la terrible situación económica y la reciente debacle del socialismo europeo, no fueron los intentos de insurrección espontáneos y aislados, sino el que estos no hayan tenido mayor alcance y envergadura.
La pregunta que debieran estarse haciendo sociólogos, historiadores y la variada plaga de cubanólogos que nos azota, es porqué en esos años no se produjo el esperado colapso. El natural efecto dominó se había trancado a sí mismo en las playas del Caribe. Y nos quedamos una vez más con nuestro querido doble nueve.
Hasta el gobierno se mostraba en extremo preocupado por la situación potencialmente explosiva de aquellos días. “Un ao mal cantado en el Latino puede desencadenar una sublevación” advertía el ideólogo Aldana en un seminario a cuadros del Partido. Era el equivalente tropical del aletear de alas de una mariposa desencadenando una tormenta en California, usado para describir la Teoría Matemática del Caos. Cierto que un poco más viril. Justo es consignarlo, nuestros aguerridos ampayas resistieron la tentación hasta el último inning.
Quizás ahí residan algunas de las claves para entender la nueva situación revolucionaria creada en el presente ( si mal no recuerdo a mi profe de Comunismo Científico(sic), definida por Lenin como un estado de cosas donde los de abajo no quieren y los de arriba no pueden).
Pero líbreme Dios de intentar siquiera la búsqueda de una respuesta a un problema tan complicado. He oído y leído cientos de argumentos, tal vez parcialmente válidos, pero, en mi opinión, no alcanzan para explicar porqué los indisciplinados cubanos somos incapaces de seguir las leyes naturales de la historia. Confieso no soy muy adicto a las teorías de la conspiración, no obstante, la hipótesis de una creación artificial extraterrestre no deja de darme vueltas.
Últimos en independizarnos de España, fuimos los primeros en librarnos de los americanos, para volver a ser los últimos en liberarnos de los soviéticos, inclusos cuando estos se libraron de si mismos. Razón tenía el generalísimo; si no llegamos, nos pasamos de galaxia.
Pero lo sorprendente, dada la terrible situación económica y la reciente debacle del socialismo europeo, no fueron los intentos de insurrección espontáneos y aislados, sino el que estos no hayan tenido mayor alcance y envergadura.
La pregunta que debieran estarse haciendo sociólogos, historiadores y la variada plaga de cubanólogos que nos azota, es porqué en esos años no se produjo el esperado colapso. El natural efecto dominó se había trancado a sí mismo en las playas del Caribe. Y nos quedamos una vez más con nuestro querido doble nueve.
Hasta el gobierno se mostraba en extremo preocupado por la situación potencialmente explosiva de aquellos días. “Un ao mal cantado en el Latino puede desencadenar una sublevación” advertía el ideólogo Aldana en un seminario a cuadros del Partido. Era el equivalente tropical del aletear de alas de una mariposa desencadenando una tormenta en California, usado para describir la Teoría Matemática del Caos. Cierto que un poco más viril. Justo es consignarlo, nuestros aguerridos ampayas resistieron la tentación hasta el último inning.
Quizás ahí residan algunas de las claves para entender la nueva situación revolucionaria creada en el presente ( si mal no recuerdo a mi profe de Comunismo Científico(sic), definida por Lenin como un estado de cosas donde los de abajo no quieren y los de arriba no pueden).
Pero líbreme Dios de intentar siquiera la búsqueda de una respuesta a un problema tan complicado. He oído y leído cientos de argumentos, tal vez parcialmente válidos, pero, en mi opinión, no alcanzan para explicar porqué los indisciplinados cubanos somos incapaces de seguir las leyes naturales de la historia. Confieso no soy muy adicto a las teorías de la conspiración, no obstante, la hipótesis de una creación artificial extraterrestre no deja de darme vueltas.
Últimos en independizarnos de España, fuimos los primeros en librarnos de los americanos, para volver a ser los últimos en liberarnos de los soviéticos, inclusos cuando estos se libraron de si mismos. Razón tenía el generalísimo; si no llegamos, nos pasamos de galaxia.