miércoles, 8 de octubre de 2008

Habló Don Eliécer



La generación de mis abuelos solía repetir la frase: “Habló Don Rafael”, en referencia al famoso personaje de la radionovela “El Derecho de Nacer” del santiaguero Félix B. Caignet. El tal Rafael mantuvo al país en vilo por semanas. Impedido de hablar por causa de una hemorragia, se debatía entre la vida y la muerte para luego hacer publico un terrible secreto de traiciones familiares.
La verdadera razón de su silencio resultó más pueril, el actor de marras negociaba un contrato con la cadena de radial y el guionista optó por dejarlo en el limbo hasta la solución definitiva del conflicto.
La historia se repite: habló Eliécer e inmediatamente se ganó críticas a derecha e izquierda. Por varios meses hizo mutis, aquejado de un dolor, los cordales esta vez. Entonces reveló un secreto guardado a voces, silenciado a veces; en Puerto Padre las cosas andan mal.
En franco contraste con un antologico reportaje de Granma. Impecable, sino hubiese sido por un pequeño lapsus de geometría. Cito de memoria:
“Antes del 59 no había en Puerto Padre ningún médico, ni escuelas ni electricidad. La hambruna perseguía a los pobladores del lugar, asediados por el Tiempo Muerto y la falta de oportunidades. Abundaban los bohíos de piso de tierra. Hoy, gracias a la Revolución, las cosas han dado un giro de 360 grados.”
Muy cierto, añadió alguien durante un discurso con todo su entusiasmo revolucionario-comparativo:
“Compañeros, cuando la Revolución triunfa el país se encontraba al borde del abismo. Hoy, gracias al heroico esfuerzo de nuestro pueblo bajo la invencible guía de Fidel hemos dado un extraordinario y definitivo paso al frente”.
En todas las épocas los jóvenes han sido, en mayor o menor grado, críticos del sistema, es cierto. Lo que hace singular al joven tunero es su voz venida desde la Cuba profunda. Proviene de un sector social supuestamente favorecido por la Revolución, en detrimento de la clase media urbana.
Conmueve, por auténtica, la mezcla de verdades incómodas con simplistas ingenuidades. Todo dicho desde posiciones revolucionarias. No hay nada más urticante que el fuego amigo.
Esperemos que, a diferencia de Don Rafael, no tenga que negociar su futuro. La próxima entrega de un nuevo capítulo de la tele novela “El Derecho a Opinar” tal vez nos regale un final feliz.